Hace unos cuantos años tuve una mala racha, una racha tan mala que no me apetecía hacer nada... Me acuerdo que estaba cursando Primero de Diseño Gráfico y tenía el animo por los suelos, el autoestima machacada y la cabeza más rayada que el uniforme de los presos.
No había cumplido los 20 años y por motivos varios de la vida me encontraba con una depresión de caballo. Recuerdo que no salía de casa y si lo hacía enseguida me entraba una fobia muy extraña en lugares donde había muchísima gente, así que a menudo pasaba mis tarde en casa paseando por Internet.
Parecerá mentira, pero en Internet he aprendido muchísimas cosas! En una de mis múltiples búsquedas me topé con unos muñequitos muy graciosos hechos a mano, me resultaron muy llamativos y enseguida comencé a investigar más sobre ellos. En menos de lo que se dice la palabra "craft" me había topado con los amigurumis y sin saberlo con la cura de mi depresión.
Aprendí a hacerlos curioseando un poco por la web. Según mi interés sobre el mundo lanar y craft iba aumentando mis ralladas mentales iban desapareciendo. Ocupé mi mente tanto con números, puntos, patrones y con ideas para nuevos amigurumis que la tristeza que había dentro de mi desapareció casi por completo.
Recuerdo que era verano, que me cogía la bicicleta para irme al parque más alejado de donde vivo, que iba cargado con todos mis utensilios para amigurumear y que buscaba la sombra más recóndita para que nadie me viese crochetear o tejer porque me daba una vergüenza terrible. Pasaba tardes enteras dibujando y yéndome a lugares solitarios a hacer mis pequeños.
Al final del verano, entre el deporte y los amigurumis me dí cuenta de que no sólo logré que mi depresión desapareciese, si no que sumado a las horas en paseo en bici bajé de peso y mi autoestima también se vio notablemente mejorada. El mundo lanar me hizo una persona nueva, eliminó todo lo malo que había en mi para quedarse todo lo bueno con una nueva filosofía, la de disfrutar haciendo cosas con mis propias manos, la de estar mas seguro conmigo mismo, la de ser feliz haciendo lo que me gusta.
Como veis lo de hacer manualidades es algo que nos puede llevar por un camino diferente que el que llevábamos andado. Tejer y crochetear hace que el estrés se elimine y que la mente se ocupe llenándose de cosas maravillosas, dejando atrás todo lo malo.
A principio de año encontraron a mi padre un tumor que creíamos extinto, la única solución era operar e iba a ser un duro palo para la familia. Sabía que cinco años después de mi gran depresión me iba a dar un bajón de nuevo con estos nuevos acontecimientos, pero lo primero que se me vino a la cabeza fue llevar a cabo las mismas acciones que la vez pasada.
He estado meses llevando mi alijo de lanas al hospital, he tejido mantas, bufandas y mil cosas más. He aprendido a hacer puntos nuevos, he diseñado y planificado amigurumis miles y sobre todo, por encima de todas las cosas, no he dejado que mi mente se negativizase ni un momento.
Aún nos queda un poquito de camino por recorrer junto a mi padre, ya está mucho mejor y le queda nada y menos para estar recuperado. Pero he de agradecerle al universo lanar que haya mantenido mi entereza y no haya dejado que me desmorone en ningún momento porque, sin lugar a duda, es una autentica terapia... Así que si estas leyendo esto y aun no te has puesto a tejer o a indagar con las lanas te animo a que cojas un ovillo por banda y te pongas a ello porque ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida.
Espero que este post os haya gustado, ahora conocéis un poco más de mi y sabéis el porque de como soy. Siento no traeros hoy ningún amigurumi pero tened por seguro que dentro de poco habrán unos cuantos nuevos por aquí. Cuidaos mucho, disfrutar del veranito y nos leemos muy muy pronto!