Este verano experimenté con los Mercados de Artesanía (-post aquí-) y este invierno lo he hecho con los mercados Navideños.
Recibí la noticia que de que se realizaba en mi ciudad un par de días antes y me dirigí allí con más miedo que vergüenza, tiré de amigurumis que tenía y apenas me dio tiempo a hacer un par más que sabía que se los podrían llevar de seguro.
Algunos de los artesanos que iban (-aquí decir crafter es demasiado postureo hasta para quien lleva una café por la calle de Starbucks-) habían dado la confirmación semanas atrás, pero servidor que es medio esquimal y medio mongolo, entre el trabajo y los encargos la dio el día anterior. Todo estaría correcto si no fuese porque el principal inconveniente es que me quedé sin caseta y tuve que montar mi puesto en medio de la calle.
El invierno y la calle son dos cosas que estas muy reñidas pero me envalentoné tanto que me dio igual y allí me plante. Aquí es cuando afirmo que tengo una flor en el culo (-suerte, mucha suerte-) y que me hizo un día de perlas. El sol brillaba en lo más alto de los cielos y hacia que el brilli brilli del mantel de mi puesto dejase ciego hasta a las urracas. Era un día explendido para plantarme ahí en medio y comenzar mis andaduras en el mercadillo.
Armé mi puesto, una mesa con varias alturas formadas por diferentes cajas del Ikea que uso para transportar los amigurumis, un poco de decoración navideña hand made y mucho plushie por todos lados.
Recibí la noticia que de que se realizaba en mi ciudad un par de días antes y me dirigí allí con más miedo que vergüenza, tiré de amigurumis que tenía y apenas me dio tiempo a hacer un par más que sabía que se los podrían llevar de seguro.
Algunos de los artesanos que iban (-aquí decir crafter es demasiado postureo hasta para quien lleva una café por la calle de Starbucks-) habían dado la confirmación semanas atrás, pero servidor que es medio esquimal y medio mongolo, entre el trabajo y los encargos la dio el día anterior. Todo estaría correcto si no fuese porque el principal inconveniente es que me quedé sin caseta y tuve que montar mi puesto en medio de la calle.
El invierno y la calle son dos cosas que estas muy reñidas pero me envalentoné tanto que me dio igual y allí me plante. Aquí es cuando afirmo que tengo una flor en el culo (-suerte, mucha suerte-) y que me hizo un día de perlas. El sol brillaba en lo más alto de los cielos y hacia que el brilli brilli del mantel de mi puesto dejase ciego hasta a las urracas. Era un día explendido para plantarme ahí en medio y comenzar mis andaduras en el mercadillo.
Armé mi puesto, una mesa con varias alturas formadas por diferentes cajas del Ikea que uso para transportar los amigurumis, un poco de decoración navideña hand made y mucho plushie por todos lados.
Así es como quedó mi mesa, o al menos cuando pude hacerle la foto a la hora de comer que ya estaba más calmado.
Los primeros muñecos que volaron fueron los minions: el minion minero, el minion cocinero, el minion chica, el minion copia del chino, el minion travestido, el minion disfrazado de minion.... todos. La fiebre de los minions está en auge y no importa de que llenes la mesa, siempre se llevarán un minion.
Lo siguiente que desapareció fueron los personajes de Hora de aventuras, hice unos cuantos Fiin y otros tantos Jakes, un par de princesas bultos y chicles. Al final solo me traje de vuelta una princesa bultos, porque lo demás voló a nuevos hogares.
Despues llega el momento en el que gracias a las insolaciones empiezan a ver muñecos que no existen... <
Sinceramente creo que lo más bonito de ir a un mercadillo de este calibre es cuando llega la gente que de verdad valora el trabajo y el esfuerzo que conlleva, que se queda un rato hablando contigo de como se hacen las cosas e incluso se llevan tu tarjeta porque vas a ser su fuente principal de recursos para cumpleaños, bodas, bautizos, comuniones y no menos importantes: AMIGOS INVISIBLES!
Pasan las horas y con tu alegría te pones a re-colocar el stand para que no se noten esos huequecillos que provocan las ausencias de los amigurumis. Tu felicidad por hacer ventas y la tristeza porque se han ido se entremezclan en algo maravilloso que te va inundando. Todo es bonito, de color de rosa, empieza por rosa palo, sigue por rosa amaranto, rosa francés, rosa persa, rosa fuscia y de repente PUM! MORADO de la torta que te acaba de dar una señora paseando por delante de tu stand.
Situación: Niño se acerca al stand, niño se enamora de amigurumi, madre mira a niño, madre con lengua viperina suelta "ESO SE LO DAS A LA ABUELA Y TE LO HACE EN UN MOMENTO"
La picadura mas dolorosa, el mordisco mas letal, el veneno se extiende por todo tu ser ... pero no te queda más que sonreír y decir "Por supuesto, puedes comprar mis patrones en mi tienda online" a lo que le extiendes una tarjeta.
En definitiva, puedo contar que ha sido una experiencia genial y muy enriquecedora, me he reído muchísimo, he tratado con la gente y me lo he pasado en grande! Eso si, recogiendo prontito porque la luz en invierno escasea tempranito. Puedo prometer y prometo que volveré a un mercadillo de este estilo y que os contaré muchas mas anécdotas para que nos lo pasemos bien juntos.
Espero que os haya gustado mi experiencia y que os sirva para decidiros a acudir o no a este tipo de ferias, yo lo recomiendo. Me despido de momento para desearos una buena semana y deciros que nos leeremos muy pronto!